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Foto del escritorPaula Giuliani y Constanza Taccari

"Quiet quitting”: la punta del iceberg que pide revisar modos de trabajar y vivir

Un fenómeno que se viene dando hace tiempo en distintas partes del mundo es el quiet quitting o “renuncia silenciosa”, como forma de rebelión en contra de la explotación laboral. Explotación que muchas veces intenta esconderse bajo lógicas como “ponerse la camiseta de la empresa”, pero conllevan dinámicas de lo más violentas y perversas. Con la renuncia silenciosa las personas trabajadoras se proponen cumplir con las tareas mínimas en sus horarios de trabajo, sin asumir horas ni tareas extras a las que les corresponden.


Ahora bien, frente a esta situación se abre la pregunta acerca de qué efectos puede tener el malestar que conlleva sostener estas dinámicas en la salud de estas personas, que muchas veces permanecen muchísimo tiempo en espacios de trabajo donde no encuentran motivación, compromiso ni disfrute. Como equipo nos resulta interesante preguntarnos acerca de los motivos que han conducido a esta situación y cuál es su vinculación con las nuevas generaciones y las formas en las que éstas piensan/entienden el trabajo, pues apostamos a transformar estas realidades, y nada mejor que partir de su profunda problematización.


Aunque sabemos que en los últimos años se han producido muchos avances en materia laboral, todavía nos encontramos con empresas donde la sobrecarga de las personas, es parte de la cultura y las políticas que se adoptan a diario. Un ejemplo es el caso de la empresa Twitter, donde una de sus empleadas decidió mostrar una foto suya durmiendo en la oficina, con el hashtag #SleepWhereYouWork -”dormir donde trabajas”- como la única manera de conseguir llegar a los objetivos establecidos por sus empleadores. Esto visibiliza no solo una cultura insalubre, sino que la modalidad de trabajo por objetivos puede dar lugar a exigencias extremas, prácticas violentas y, sin lugar a dudas, graves consecuencias para la salud de las personas.


Podríamos pensar en la renuncia silenciosa como consecuencia o respuesta frente a ciertas lógicas imperantes en nuestra sociedad, vinculadas a la inmediatez y la urgencia. Una modernidad líquida -como diría Bauman-, impuesta por un sistema capitalista feroz, que nos conduce a pensar constantemente que todo lo que hacemos debe ser rápido, útil y fundamentalmente productivo. Estas formas de pensar y vivir, van calando muy profundo en todas las esferas de la vida, entre ellas el trabajo, con sus consecuencias en nuestra salud. El paradigma de la productividad se ha ido instalando en el centro de nuestras vidas, y junto a él una serie de malestares que es interesante recuperar para revisar.


La lógica vinculada a la idea de “productividad por sobre todas las cosas” también puede verse reflejada en las medidas, políticas y estrategias que utilizan algunas empresas en su afán por “no quedar fuera” de un mercado arrasador. Un ejemplo de esto son los espacios de “descanso productivo” ofrecidos a los/as empleados/as, cuyo objetivo es pausar el trabajo para retomarlo rápidamente y con mayor energía, logrando de ese modo, que las personas sean supuestamente más eficaces en sus tareas y más útiles para los objetivos de la empresa, siguiendo la idea de “hacer más en menos tiempo”.


Ahora bien… ¿Qué nos muestra la foto de la empleada de Twitter durmiendo en su oficina? ¿Es pasión por su trabajo o miedo a perderlo? ¿Qué implicancias tienen este tipo de políticas en la salud mental de las personas que trabajan? ¿Qué viene a desmantelar el fenómeno de la renuncia silenciosa? ¿Es consecuencia de un nuevo paradigma de trabajo o la necesidad de deconstruir antiguas lógicas laborales? Es importante analizar estas preguntas sin perder de vista que vivimos en una sociedad donde, hoy en día, perder el trabajo es igual a ser improductivo y desechado, y dónde, síntomas como la ansiedad o el estrés, son desestimados bajo la premisa de que “no hay tiempo que perder”. En consecuencia, las personas nos hemos convertido en máquinas generadoras de ganancias, que debemos producir más al menor costo posible.


Las empresas necesitan de las personas trabajadoras y ellas necesitan culturas laborales saludables. Es importante preguntarnos, por un lado, como empleadores/as qué estamos ofreciendo a nuestros/as trabajadores/as para que puedan desarrollar una vida laboral plena, y por otro, como empleados/as, qué valor agregado me aporta mi trabajo en este momento. Además, y pensando en términos de salud mental, es importante entender que síntomas como el estrés, la ansiedad y la depresión, no tienen que ver exclusivamente con aspectos individuales/subjetivos, sino que muchas veces son efectos de la forma en que se organiza el trabajo y el funcionamiento de las sociedades en nuestros tiempos.


Si bien muchas cosas han cambiado, está claro que aún queda un largo camino por delante. El desafío está en transitarlo colocando la salud de las personas en el centro, y en ese sentido es que trabajamos desde MUVON: promoviendo un paradigma saludable en nuestra trama con empresas que buscan generar un valor agregado, no solo hacia adentro de su compañía, sino también hacia afuera, logrando ser grandes pioneros en sus proyectos, sin descuidar el bienestar de las personas. De esta manera, se puede lograr que fenómenos como la renuncia silenciosa ya no sean necesarios, y que permanecer en un lugar de trabajo forme parte de una elección basada en el deseo personal y en la infinidad de motivos que éste nos ofrece para quedarnos.


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